Cada Loa trae consigo una nueva historia. En este capítulo, los protagonistas de la edición del 2020 recorren las etapas del montaje para, finalmente, presentarse frente al público baranoero. Descubre el camino que tomaron los artistas en el siguiente apartado.
¿Qué hay después de la Loa? Fotografías. Una postal en primera plana que el historiador Néstor Zurita guarda recelosamente. Otra que José Smith, San José en la obra, sube a su perfil de Facebook, y una más que Olga Rodríguez, la Reina de palacio, pide a un periodista. Las noches de ensayos, acompañadas de las brisas decembrinas, se sienten ya lejanas. La marcha romana ya no vuelve a sonar en Baranoa, y sus habitantes deberán esperar más de 365 días para volver a oírla en todo el pueblo.
Cuando descienden del escenario, los artistas se transforman en ellos mismos. Herodes ya no es más el rey de Judea sino un profesor de una escuela del municipio, y Baltasar vuelve a convertirse en El Comandante para ser celador. El Diablo retoma a su guarida llamada Nojoda! a esperar que, al año siguiente, el monarca vuelva a invocarlo.
Después de la Loa no hay personajes, solo personas. No queda más sino anécdotas. Recuerdos de las primeras semanas de noviembre bajo los foquitos de luz amarilla en el Museo Histórico de Baranoa (MUHBA), cuando se reunieron por primera vez a repasar el libreto. También de los cortos pero importantes calentamientos, y de las lecciones enseñadas por José Guzmán Carrascal, el director escénico de la edición 2020.
‘Jose’, como aún es llamado por sus dirigidos, siempre tuvo una premisa que guió el desarrollo del montaje: “que la puesta en escena se vea natural”. Por eso, desde la semana inicial dispuso algunos minutos para elaborar ejercicios, buscando mejorar la interpretación de los artistas. Guzmán Carrascal se concentró en que los actores alcanzaran el balance perfecto entre el ritmo y el tiempo de la obra, puntos que debían ir en paralelo para que las acciones y el parlamento progresaran armoniosamente durante la representación teatral.
Otro de los aspectos que intentó perfeccionar fue el de la cuarta pared. En teatro, este concepto es aplicado a la pared imaginaria que separa al público de lo que está viendo y, aunque puede romperse, para el fin que persigue la Loa es mejor no hacerlo. Por esto, en los ensayos el director precisó que los actores no debían ver a los espectadores para no hacerlos partícipes del relato.
En esas primeras semanas todo estaba en obra negra. La utilería se había mandado a hacer totalmente nueva, así como la imagen oficial, los vestuarios, el diseño sonoro y la escenografía. Los involucrados comentaban: “no hay tanto presupuesto, pero queremos que la gente diga que se ve diferente”. En efecto así debía ser, pues la edición del 2020 marcaría el inicio de una nueva década de Loas en Baranoa.
Por el patio del MUHBA se comentaba que, para esa Loa, las insignias y los escudos serían “verdaderamente romanos”, y que desecharían las lanzas hechas de tubos de cortina para reemplazarlas con unas elaboradas en madera y metal. Del mismo modo, la apariencia del palacio cambiaría por completo: sus variaciones incluían el tamaño del escenario, que sería más grande, y el diseño en forma de sala que distaba de ser una simple fachada como tradicionalmente se realizaba.
De la misma manera, durante los primeros ensayos se decidió el tema de la música. En Loas anteriores, el inicio de la obra estaba enmarcado con la entonación de un cántico por parte del coro que, según José Guzmán, le restaba dinamismo a esta. Por tal motivo, los implicados resolvieron que no habría música en vivo, y que Carlos “el Mono” Consuegra se encargaría de la elaboración de la producción sonora que acompañaría la pieza dramática.
Finalizando noviembre fue revelada la imagen oficial de la edición 2020, teniendo como particularidad el hecho de que se tratara de un diseño netamente ilustrado. Este se alejó de la tradición, pues todos los años el afiche constaba de una fotografía capturada en Loas anteriores.
No obstante, lo más importante ocurría en el escenario improvisado del museo. Los talleres de interpretación cada vez eran más complicados, y José Guzmán utilizaba todos sus conocimientos para pulir a fondo la dramatización. “Un actor pensando en escena es una persona”, sentenció el director, aludiendo a que los artistas debían limitarse a realizar los movimientos correspondientes a su papel y despojarse de sí mismos por aquella noche.
También trató de ahorrar tiempo, cortando algunas acciones que para él no tenian sentido en la obra. “Personajes que salían sin ser anunciados, esclavas en el suelo escuchando la conversación real, todo eso lo quitamos. Y así fuimos limpiando muchas cosas sin tocar el libreto”, expresó.
Para diciembre, y en palabras de José Guzmán, la Loa fue “cogiendo gusto como la mazamorra”. De hecho, artísticamente la obra estuvo lista el 24 de diciembre de 2019, fecha en la que los actores descansaron para estar con sus familias. Se volvieron a ver en un par de ocasiones más antes de que los pitos anunciaran que el año nuevo había llegado, pero la verdadera reunión, y la final, tuvo lugar el cuatro de enero del 2020 en medio de carpas, picós y un ardiente sol de principio de década.
En medio de la plazoleta Manuel Patrocinio Algarín, Alfonso Rodríguez se detuvo a observar el arduo trabajo de los encargados de elaborar la escenificación. Arribó a aquel sitio a las dos de la tarde del cuatro de enero, vistiendo la camiseta oficial de la Loa 2020. Algunas gotas de sudor se vislumbraban en su frente, mismas que rápidamente retiró con el dorso de su mano.
“Siempre hace calor en día de Loa”, comentó. Y mucha razón tenía. La madrugada que acompañó a los encargados de la escenografía yacía lejana, siendo reemplazada por el tosco calor del mediodía. Pero a ellos no les importaba: vestían camisetas frescas, gorras y calzaban zapatos deportivos para moverse ágilmente entre el escenario y el colegio Antonia Santos, lugar donde se hallaban los decorados del pesebre y el palacio herodiano.
Estos objetos fueron elaborados por Alex Estrada y Roberto Altamar, junto a un grupo de 13 baranoeros que ya habían trabajado con ellos en Loas anteriores. Los llamados artesanos de la Loa tuvieron que esperar a que el equipo técnico, que armaba el escenario, finalizara su labor para iniciar el montaje de la escenografía. “Esto es un rompecabezas que se arma el mismo día”, expresó Estrada a las cámaras de la Oficina de Comunicaciones de la Alcaldía de Baranoa.
Para aportar realismo a los decorados, Estrada y Altamar utilizaron diversos materiales como icopor, madera, telas para conseguir la apariencia deseada. “Buscamos que el templete se parezca mucho a un pesebre y un palacio con estilo romano”, manifestó mientras monitoreaba el montaje. Y aunque su equipo lo conforman más de diez personas, ellos son los encargados de hacer los acabados y de perfeccionar sus propios diseños.
Alex y Roberto estudiaron juntos en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, y llevan haciendo la escenografía de la Loa desde 1991. Por aquellas fechas, ya Farid West había dejado de ser Diablo para convertirse en el encargado del maquillaje de los actores. En efecto, primero fue actor: también se desempeñó como Sabio Tolomeo y Doctor de la Ley cuando hizo parte del Teatro La Cuerda. Sin embargo, para la edición del 2020, su misión era la de convertir a los actores en sus respectivos personajes.
Y es en ese momento cuando todo empieza a calzar. La emoción y los nervios por salir a escena estaban a flor de piel. La Loa no sólo había cogido gusto, sino que ya empezaba a espesar y pronto estaría ardiendo en medio de la plazoleta. Sus protagonistas no lo sabían, pero en esos instantes ellos retrataban lo que es hacer una Loa.
El pasado 27 de octubre de 2019 se llevaron a cabo las elecciones regionales en Colombia. En estas, sus habitantes decidieron qué personas ocuparían los cargos de gobernadores, diputados a las Asambleas Departamentales, alcaldes y concejales municipales, y ediles de las Juntas Administradoras Locales (JAL) para el período 2020-2023.
Este evento democrático, realizado cada cuatro años en el país, tuvo efectos contraproducentes en la producción de la obra. Desde la década de 1960, la Loa es comandada por la Alcaldía municipal, sea quien sea la persona que esté en el cargo. Así mismo, es de común conocimiento que el alcalde del municipio debe designar a la persona que fungirá como director escénico de la representación.
Por esta razón, los baranoeros tuvieron que esperar a saber quién sería su alcalde o alcaldesa para los próximos cuatro años, la persona que también estaría encargada de destinar recursos para la realización de la Loa. En esta ocasión salió victorioso Roberto Celedón Venegas, un viejo conocido del pueblo que fue electo con 21,378 votos, representando el 61,12% de la población de Baranoa y sus corregimientos.
Por esta razón, los ensayos dieron inicio un mes después de lo habitual, y la destinación de los recursos se gestionó también de manera tardía.
En una rueda de prensa llevaba a cabo el pasado viernes 23 de noviembre de 2019, el entonces alcalde electo reveló a los interesados los pormenores de la obra. Ahí mismo, expresó que para esta nueva década se busca “establecer una estrategia para conseguir que la Loa sea un referente nacional”. En otras palabras: que se convierta en un destino turístico para los colombianos.
Finalmente, después de esta Loa de empalme, quedan cifras. De acuerdo con datos de la Alcaldía municipal, la plazoleta Manuel Patrocinio Algarín albergó alrededor de 5000 personas, quienes disfrutaron de la obra en tres pantallas. Así mismo, durante los tres meses de producción, 100 personas participaron de esta etapa, y en los tres días de montaje, los encargados desplegaron su talento en un escenario de quince metros de largo. Sobre él se movieron más de cincuenta actores.
Artistas que quedarán para siempre en los registros de los periodistas, historiadores y curiosos como los rostros del inicio de una nueva década de Loas.
«En Baranoa sale el Diablo» es un reportaje multimedia sobre la Loa de los Santos Reyes Magos, la tradición escénica popular religiosa más importante del Caribe colombiano. El especial periodístico consta de tres capítulos y una introducción, que serán publicados en la plataforma de Paranawa.info.
Ilustraciones realizadas por Leandra Vargas Padilla.
La palabra Diablo se escribe con mayúscula inicial por intención del autor. Las fotografías y videos pertenecen a Paranawa.info a menos que se indique lo contrario.
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