Don ‘Chelo’, el sobreviviente

Nota del autor: hace tres años, cuando mi compañera Dayana Muñoz y yo escribimos este perfil siempre nos pareció fascinante que, a pesar de los años, ‘Don Chelo’ de Castro siguiera sintiendo la misma pasión por el periodismo con la que alguna vez inició en la profesión.

En ese mismo año, 2017, fue proclamado por la Asociación de Periodistas Deportivos del Atlántico (Acord Atlántico), Acord Colombia y la AIPS América como el periodista activo más longevo del mundo. Una profesión que solo iba a dejar de practicar cuando cumpliese 100 años. El 19 de marzo del 2020 fue la celebración de su centenario de vida y, de hecho, la última vez en que su columna fue actualizada en la página del periódico El Heraldo, un lugar donde había estado publicando desde 1976. 

Lo que leerán a continuación es una pequeña parte de lo que pudimos observar en aquel entonces cuando, con la voz rasposa, ‘Don Chelo’ hacía su programa matutino. Lo que logramos conversar con el aquel entonces periodista de 97 años está consignado en este texto que, aunque no le hace justicia a la grandeza de uno de los máximos exponentes del periodismo colombiano, sirve para comprender su relevancia. 

***

Don José ‘Chelo’ de Castro Carroll dejó de escribir todos los días. Desde 1945, la fecha en que ingresó al mundo periodístico, no había dejado descansar la máquina hasta hace seis meses, cuando se dio cuenta de que Barranquilla se había convertido en un desierto deportivo. 

Desde ese entonces se dedica a la radio con su programa ‘Desfile Deportivo’, el cual fundó hace 67 años y al que todos los días le dedica media hora. Llega temprano, a las 8 de la mañana, y sube las oscuras y manchadas escaleras del recinto donde se encuentra la cadena radial La Libertad para finalmente abrir la puerta del último cuarto, uno de los más grandes, y sentarse en una silla rimax de color azul oscuro. 

Ahí, en Radio Aeropuerto, emisora donde lleva trabajando 5 años, se encuentra con su compañero de trabajo y locutor, quien siempre lo admiró desde que era niño. Peñaralda, a quien siempre llama con voz fuerte —casi como la de un abuelo dirigiéndose a su nieto— es su ayuda, ya sea para elegir los temas que presentarán en el programa o para acompañarlo a la salida del recinto. 

Dicen que es una persona seria y correcta, con un carácter que hay que saber llevar. Pero, por su aspecto delicado, nadie podría asegurar que fuese así. Son 97 años los que el único sobreviviente del periodismo de la vieja escuela ostenta, cifra que dice con orgullo cada vez que se le pregunta. 

A pesar de su notable vejez, con su cabello totalmente blanco, con su escasa barba y con los pocos vellos que cubrían la parte visible de su tez, está asombrosamente conservado. Como si hubiese hecho algún pacto divino para conservarse de tal forma.

Pero él se ríe. Cree que más bien se trata de una herencia bendita de su familia, en la cual la mayoría han perecido a edades avanzadas. Aunque podría tratarse más bien de un arduo esfuerzo por dejar ciertos vicios que tenía en su juventud. Sin embargo, sufre de poliomielitis, una enfermedad que le produce dolor en todo el cuerpo y le afecta más que todo en invierno.

‘Don Chelo’ se jacta de tener el privilegio de que todavía pueda bañarse solo ya que asegura, en tono de burla, que tiene amigos de menor edad que los llevan a bañar.

****

—Háblenme alto, que estoy medio sordo

Las periodistas asintieron. Les parecía un acto brutal de honestidad por parte de aquel anciano, quien aceptaba jocosamente su condición. 

Hablar con Don ‘Chelo’ De Castro es hablar con la historia del periodismo deportivo de Barranquilla. Es revivir anécdotas, es rememorar hechos, es fascinarse con la memoria prodigiosa que tiene, y es que a su edad recuerda con exactitud nombres y fechas de hace 40 o 50 años atrás. Una virtud que no cualquier persona posee.

Es por eso que no se hace extraño cuando comenta sus inicios en el periodismo con exactitud. Fue a los 25 años cuando José Víctor De Castro, trabajando como jefe de espectáculos públicos de la Alcaldía de Barranquilla, escribió la primera crónica que sería publicada en un medio local. 

Junto al Secretario de la Liga de Béisbol, Germán Núñez, su amigo, leían El Heraldo y La Prensa, los dos periódicos reconocidos de la ciudad, y De Castro encontraba muchos errores ortográficos y conceptuales en las páginas deportivas. Fue ahí cuando Núñez lo impulsó y le dijo:

Oye, tu que pescas los errores, ¿por qué no escribes en el periódico?

—Hombre, porque a mi no me conocen—le respondió De Castro.

Haz la crónica y yo la llevo—le replicó Núñez.  

Y así lo hizo. Sin embargo, aquella pieza periodística llevó la firma del Secretario de la Liga de Béisbol. La gente aclamaba más crónicas de Núñez, sin saber quién era el artífice real de tal escrito. No fue hasta que el presidente de dicha liga, Nicolás Rojanía, descubrió lo que había detrás de los textos de Germán. Se dio cuenta que una cosa eran las actas de la liga que este hombre escribía, inclusive con errores ortográficos, y otra cosa lo que aparecía en la prensa como obra de él

Fue ahí cuando todo salió a la luz y, por fin, Don ‘Chelo’ —en ese entonces, mucho más joven e inexperto— obtuvo el reconocimiento por su talento. Comenzó siendo redactor deportivo, limitándose a escribir específicamente sobre tres deportes: béisbol, atletismo y boxeo. Después, con el roce y la veteranía, fue abriéndose campo en los otros deportes existentes.

Luego de 30 años de trabajar en la Alcaldía se jubiló, y desde esa fecha se ha dedicado enteramente al periodismo deportivo. 

*****

Yo me considero un superviviente de la vieja generación de periodistas deportivos que tenía nuestra ciudaddecía con voz titubeante, como ondulada por la edad.

Aquel día vestía una camiseta azul a cuadros minúsculos, los cuales eran formados por unas líneas blancas que atravesaban la tela. En esta, tenía dos bolsillos que estaban repletos de papeles —cuentas, aclararía luego—y un bolígrafo del lado izquierdo. Su pantalón era caqui, el cual llegaba hasta antes de los tobillos y tenía un doblez hacia arriba. Usaba medias de color gris oscuro y zapatos azules. 

Tenía ese estilo muy particular que los señores mayores solían llevar. Aquel que los hace parecer unos muñecos, todos bien vestidos y ordenados.

Sus ojos azules aún relucían. Tenían un brillo especial, como si recordar la juventud le hiciera revivir sus años mozos una vez más. O quizás se trataba de que su vista lagrimeaba un montón. Como era de esperarse, tenía arrugas hasta para regalar en su cara y cuello, y ni hablar de su venas que resaltaban por el mapa de su piel visible.

Ver tal postal emociona a cualquiera. El mismo Peñaralda, su compañero, le pedía a Dios que le diera esa vida y esas neuronas que Don ‘Chelo’ De Castro tiene. Nadie se imaginaría que por su boca pasó siquiera una pizca de nicotina. Pero, fue en un tiempo, adicto al cigarrillo. Fumaba dos cajetas y media diarias hasta que una de sus hijas, quien deseaba convertirse en optómetra, le hizo cambiar ese vicio. 

Papi, he presentado exámenes en la universidad y voy a estudiar optometría—le dijo. Y, en su mente, el ‘Chelo’ papá se preocupaba por su hija. ¿Quién iba a cuidar de ella?

Fue en ese momento cuando decidió dejar de fumar. Llegó a La Voz de la Patria, emisora donde trabajaba en esos momentos, y frente a todos los presentes, sacó la caja de cigarrillo, otra de fósforos, y dijo:

—Señores, no fumo más

Y las tiró. Un chofer lo agarró, y le respondió: —Dentro de media hora me pedirás un cigarrillo 

—¡Te lo pedirá tu puñetera madre!—le dijo De Castro

Con el tinto fue el mismo cuento. Pasó de tomar 25 pocillos diarios a cero. Orgullosamente, menciona que poco a poco se ha ido depurando. Pese a eso, contrajo la poliomielitis hace algún tiempo y ahora debe cuidarse más. Pero su mente está sana.

****

—Oiga yo era pianista de pelao—dijo—tocaba piezas de oída

Y es que Don ‘Chelo’ heredó la parte musical de su familia. Su hermana mayor recibió un piano de regalo de matrimonio dejando el viejo en su casa. Fue ahí donde a la edad de 7 años, un niño intrigado aprendió a tocar aquel instrumento escuchando las piezas de la época. Lastimosamente, luego de la crisis del 32, su padre tuvo que vender aquel artefacto que había hecho feliz al pequeño José, y que no pudo volver a tocar hasta que creció

Fue en emisora Atlántico, donde había un piano que quiso recordar su niñez tocándolo. Pero, luego de varios intentos las manos no le dieron:

Uno cree que el piano se sale como cuando uno maneja bicicleta— dijo—Que coge la bicicleta treinta años después y la maneja.

Pero, lo cierto es que la práctica hace al maestro.

Sin embargo, la música no fue lo único que heredó de sus familiares. Una de sus debilidades eran las matemáticas que, según él, sucedió gracias a su padre quien tampoco ‘daba bolas para ese cuento’. 

Para Don ‘Chelo’ los números cada año escolar eran un martirio, debido a que no había un período en el que no tuviera que habilitar matemáticas y física porque él ‘no daba para eso’. Hubo un año en el cual un profesor ponía la ubicación de los alumnos de acuerdo a la pregunta que le hacía. En la clase de castellano, él siempre ocupaba el primer lugar, pero cuando llegaba la clase de matemáticas iba a ‘templar’ en la última silla. 

*****

Yo todo el tiempo me he considerado un periodista de combate—y al principio, esa frase parece ser simplemente una indicación de su trabajo como reportero de boxeo. Pero va más allá de eso.

Lo que dicen de Don ‘Chelo’ está más que confirmado: puede que ahora no se vea como un muy aguerrido adversario, pero de su carácter nadie duda. Era el único que se le enfrentaba al ya fallecido Edgar Perea, a quien la gente le temía. Lo hacía por medio de crónicas y personalmente, aunque actualmente lo recuerda como una persona virtuosa.

Desde hace seis meses, le dicta las crónicas que escribe para El Heraldo a su nieto. No tiene horario de oficina, y aunque ya no le dedique tanto tiempo como antes, las envía los lunes, miércoles y viernes. Su descontento con la ciudad y el deporte de la misma es notorio, el cual, contundentemente, sentencia como perdido.

Compartir en facebook
Compartir en whatsapp
Compartir en twitter
Compartir en linkedin
Andrea Valentina Villamil Goenaga

Andrea Valentina Villamil Goenaga

Periodista colombiana. Ganadora del Premio a la Excelencia Periodística 2019 de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en la categoría Periodismo Universitario.

SIGUE LEYENDO

Siempre llego tarde
Andrea Valentina Villamil Goenaga

Presidenciales

Foto de Element5 Digital en Unsplash Para Papá Ramón solo había una verdad irrefutable: si el cielo era azul, por qué no iba a ser

LEE MÁS »
Siempre llego tarde
Andrea Valentina Villamil Goenaga

Sexto

Foto de Eric Rothermel en Unsplash Desde hace meses Merriweather es mi tipo de letra favorita para escribir. Lo hago en el tamaño número 11,

LEE MÁS »
Siempre llego tarde
Andrea Valentina Villamil Goenaga

El ratón Pérez

Foto de Caroline LM en Unsplash No recuerdo la edad. Y si me pongo a adivinar, mi mamá seguramente se quejaría porque ando inventando datos

LEE MÁS »
Siempre llego tarde
Andrea Valentina Villamil Goenaga

Presidenciales

Foto de Element5 Digital en Unsplash Para Papá Ramón solo había una verdad irrefutable: si el cielo era azul, por qué no iba a ser

LEE MÁS »
Siempre llego tarde
Andrea Valentina Villamil Goenaga

Sexto

Foto de Eric Rothermel en Unsplash Desde hace meses Merriweather es mi tipo de letra favorita para escribir. Lo hago en el tamaño número 11,

LEE MÁS »
Siempre llego tarde
Andrea Valentina Villamil Goenaga

El ratón Pérez

Foto de Caroline LM en Unsplash No recuerdo la edad. Y si me pongo a adivinar, mi mamá seguramente se quejaría porque ando inventando datos

LEE MÁS »
Siempre llego tarde
Andrea Valentina Villamil Goenaga

Beep. Beep. Beep

Foto de Jair Lázaro en Unsplash Hace días hice una parada a urgencias. Nada grave, pero muy dolorosa. Hacía mucho frío y, aunque los pasillos

LEE MÁS »