Foto de Element5 Digital en Unsplash
Para Papá Ramón solo había una verdad irrefutable: si el cielo era azul, por qué no iba a ser él Conservador. A sus ojos nada era más inconsistente con la vida misma que ser Liberal, nada más artificial que ir en contra de lo que Dios Todopoderoso nos había enviado.
Sangre roja. Cielo y mar azul.
Eso es lo que más “recuerdo” de él. Y lo pongo entre comillas porque cuando nací ya nos había dejado. Pero, indescriptiblemente, lo recuerdo.
Jocosamente, sus nietos cuentan la manera en que devolvió a uno de ellos de su casa por el simple hecho de tener una toalla de color rojo. O que siempre traía dulces en sus bolsillos para regalar. ¿Habrían rojos sabor fresa o frambuesa? Nunca he preguntado, pero lo dudo.
Aún así, con todo este revuelo de las últimas elecciones presidenciales en Colombia, no dejaba de pensar qué haría Papá Ramón en ese caso. ¿Se aferraría a la postura de su partido frente a los candidatos que quedaban en la segunda vuelta, o traicionaría sus principios por votar contra lo que siempre consideró indigno?
¡Qué va, antes de eso! ¿Seguiría siendo Conservador en pleno 2022?
Papá Ramón, si estuvieras vivo, ¿Qué pensarías de los nuevos partidos políticos?
Si vivieras, ¿Qué diría sobre la multitud de colores que adornan el panorama político de nuestro país?
¿Te seguiría gustando el color azul? ¿Vestirías alguna vez de rojo?
Y así podría seguir, con un sinfín de preguntas retóricas sin respuestas. Porque Papá Ramón ya no está y jamás podrá saber que sus nietos y bisnietos dejaron de vestir el azul que él tanto defendió por un arcoíris.